Marcelo Pacífico - Ex Senador Provincial de Juntos por el Cambio 

El gobierno de Mauricio Macri, fruto de un pacto político electoral que no se transformó en coalición de gobierno, sólo gobernaba en cuatro provincias (incluyendo CABA) y tenía amplia minoría en ambas cámaras legislativas.

Esa debilidad institucional debía compensarse con acción política orientada a conciliar la pluralidad de intereses en pugna, de visiones e ideologías contrapuestas; a encauzar diferencias en el marco de las reglas, instituciones y procedimientos.

La herramienta esencial para lograrlo era el diálogo fructífero y sincero, la escucha leal, la aceptación del otro, exhortar y avanzar aún a costa de lógicas concesiones. Generar confianza para que los acuerdos sean posibles. Muchas horas, bien invertidas en vínculos personales. En nuestra jerga política, eso es “la rosca”. 

La exitosa ejecución táctica estuvo a cargo de Emilio Monzo en la Cámara de Diputados y Rogelio Frigerio, en la negociación con los gobernadores; se pudo avanzar en el Consenso Fiscal, en la actualización del Fondo del Conurbano, en reformas institucionales y aprobar los presupuestos anuales con mayoría de dos tercios. Así, Cambiemos conquistó gobernabilidad y pudo ser el primer gobierno no peronista en finalizar su mandato; posiblemente, su logro más reconocido. 

Pero el buen manejo táctico no se autoabastece. La estrategia del gobierno de Cambiemos, orientada a cerrarse a otras expresiones y dirigentes políticos y a priorizar la comunicación virtual sobre el contacto personal y la construcción en territorio, fueron definidas en Jefatura de Gabinete por Marcos Peña (y Duran Barba), los ojos y oídos del ex Presidente. 

Cualquier intento de autocrítica de Juntos por el Cambio que ignore u oculte este dato esencial será insuficiente, perjudicial e injusto.