Con la llegada de La Libertad Avanza a la escena política de la Argentina las formas de hacer cambiaron y se entró en la etapa del “vale todo”.

Desde insultos hasta chicanas por la vestimenta entraron en juego, cuestión que habla poer de quien critica a su rival por detalles menores que por lo que se propone.

Se sabe y es marca registrada que la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, es fan de la ropa Adidas. Interminables remeras, pantalones y camperas deben rebalsar los roperos de la jefa comunal que los utiliza con orgullo.

Empero, para desprestigiarla, el arco político no solo la cuestiona por el valor de “la pilcha” sino que además por querer mostrarse “de pueblo”. Es presiso remarcar que Mayra Mendoza compra, dijeron sus asesores, la ropa de la reconocida marca en ferias aunque si se lo comprar en el Shopping más caro del país, dicen y se preguntan, “qué tendría de malo si lo paga con su plata”.

El que salió a cuestionar la vestimenta de la jefa comunal quilmeña fue el diputado provincial Pablo Domenichini, que busca revalidar su banca, y que lanzó en Twitter: “Yo no necesito disfrazarme de pueblo porque nací en el Conurbano, trabajé toda mi vida acá y sé lo que es que te choreen a plena luz del día o que te corten el agua una semana. A mí nadie me cuenta el conurbano desde una foto. Soy parte de una generación que no quiere elegir entre dos fracasos. El sentido común también es una bandera. Y llegó la hora de levantarla bien alto”.

Por supuesto, la respuesta de Mayra Mendoza no se hizo esperar y catalogó al asesor legislativo de Martín Lousteau de “sommelier de vestimenta” y lo acusó de ser cómplice de las medidas de Javier Milei.

La réplica de la intendenta vino también por la misma red social: “Disfrazado está vos Pablito, disfrazado de oposición y sos lo mismo que la runfla de La Libertad Avanza”.

Y agregó: “La gente no necesita más sommelier de vestimentas ni de frases vacías para Twitter. Mejor pónganse a defender los intereses de los argentinos y de los bonaerenses y no sean más cómplices de este gobierno de coimeros”.

Así las cosas, en la Tercera la batalla se da no solo por las gestiones sino que también pareciera que para algunos dirigentes también se juega con la vestimenta.