Actualidad PN | 16 dic 2024
Juan Cruz Sanz
Lo mandaron a ordenar el conurbano y desató una guerra: el regreso explosivo de Sebastián Pareja
En una ironía que ni el más osado guionista político se hubiera atrevido a escribir, La Libertad Avanza está logrando implementar el anarcocapitalismo en el conurbano bonaerense. Aunque no exactamente como Milei lo soñaba en sus lecturas de Rothbard.
Por: Juan Cruz Sanz
La situación actual en el territorio más codiciado de la política argentina parece sacada de un manual de "cómo NO gestionar tu fuerza política", edición libertaria. Sebastián Pareja, aquel dirigente que fue discretamente apartado durante la campaña presidencial, ha regresado al ruedo en un conurbano donde el concepto de autoridad central parece tan elusivo como un plan económico coherente.
"Es el mercado, amigo", podría ser la respuesta default ante la pregunta de quién manda realmente en el territorio. La realidad es que nadie lo hace, y por primera vez en la historia reciente, no es por falta de aspirantes sino por un exceso de libertad que raya en el caos administrativo. En las villas del conurbano, la situación ha escalado a niveles dignos de "Game of Thrones", la serie preferida de Santi Caputo, versión conurbano profundo, con la diferencia de que aquí nadie sabe quién es realmente el rey.
"En una misma tarde me reuní con tres diferentes 'responsables territoriales' de La Libertad Avanza", cuenta entre risas nerviosas un referente histórico de una villa de José C. Paz. "Los tres me mostraron el mismo mensaje de WhatsApp de Pareja autorizándolos a armar en el territorio.
El referente, que prefiere mantener el anonimato por temor a que alguna de las múltiples facciones libertarias lo exponga en Twitter (el nuevo deporte favorito del espacio), añade: "Acá nadie te cuida de nada. En una semana podés pasar de ser 'el futuro del espacio' a que te escrachen en redes por 'traidor' porque saludaste a un peronista en el supermercado o porque compraste una cafetera. Es como jugar al Estanciero, pero con tu reputación política".
Esta multiplicidad de autoridades ha generado situaciones que harían sonrojar a cualquier manual de ciencia política. Los enfrentamientos territoriales se han vuelto tan habituales que los referentes ahora guardan screenshots de sus conversaciones con Pareja como si fueran escrituras públicas. "El problema es que Pareja le dice que sí a todo el mundo y después nadie sabe quién es quién", explica otro dirigente local. "Te podés encontrar con cinco tipos diferentes mismo municipio, todos con el mismo mensaje de Pareja diciendo 'Dale, avanzá, después hablamos los números', y ninguno dispuesto a ceder porque saben que si aflojan, mañana aparecen en un hilo de Twitter señalados como 'infiltrados kirchneristas”
La desconfianza ha llegado a tal punto que en algunas zonas del conurbano profundo, los supuestos referentes libertarios se sacan fotos entre ellos cuando se encuentran, no para el recuerdo, sino como seguro contra futuros escraches. "Es el único espacio político donde tenés que hacer un backup de tus conversaciones cada dos horas porque no sabés cuándo tu aliado de la mañana va a ser tu denunciante de la tarde", resume un veterano operador territorial que ya pasó por todos los partidos habidos y por haber.
Algunos mas ácidos te dicen: “No pudo juntar cuatro socios de San Lorenzo que lo apoyen, mirá si va armar”.
Los referentes distritales, ya escaldados por experiencias pasadas donde los bolsos con dinero hacían más paradas que el 28 antes de llegar (si es que llegaban) a destino, miran con desconfianza cualquier promesa de financiamiento.
"La plata no está, no estuvo y seguramente no estará", filosofa un puntero veterano de La Matanza que todavía está esperando cuatro gigantagrofias del Dipy, mientras contempla su teléfono esperando un llamado que nunca llegará. Los fondos, como los principios en época electoral, parecen haberse esfumado en el aire del conurbano, dejando tras de sí una estela de promesas incumplidas y WhatsApp sin responder.
Espert: el eterno retorno del fracaso
Y en medio de este paisaje de desorganización casi artística, emerge la figura de José Luis Espert, el economista que ha demostrado una habilidad extraordinaria para coleccionar fracasos políticos como quien junta figuritas del mundial. Después de estrellarse en solitario, fracasar con el PRO y ahora tambalearse con el oficialismo, Espert se ha convertido en una especie de amuleto de la mala suerte política, el gafe que todos ven venir pero nadie puede evitar.
El último capítulo de su saga de desventuras incluyó el abandono de Carolina Píparo, su otrora "princesa liberal", quien demostró tener mejor olfato político que su mentor al saltar del barco apenas asumida su banca. Como en un cruel guiño del destino, Píparo ejecutó en política lo que Espert predica en economía: vio una mejor oportunidad en el mercado y no dudó en hacer su propio "sinceramiento de precios".
Los números no mienten, y en el caso de Espert, son tan despiadados como sus críticas a la emisión monetaria. En la última elección, su aventura como candidato a senador nacional por la provincia de Buenos Aires en la boleta de Horacio Rodríguez Larreta - otro visionario de la derrota - logró acumular un imponente 4% de los votos. Una hazaña que hace parecer exitosa a la convertibilidad del 1 a 1.
Para ponerlo en perspectiva: el "León liberal" consiguió 416.000 votos de un padrón de 13.110.768 electores bonaerenses. En términos prácticos, logró menos apoyo que la última elección de Independiente, donde más de 450.000 hinchas se movilizaron para elegir entre Doman y Grindetti. El autoproclamado "defensor de las ideas de la libertad" demostró que la libertad de no votarlo es un derecho que ejercieron masivamente los bonaerenses: el 96% del padrón encontró mejores cosas que hacer con su voto, incluyendo, aparentemente, preocuparse más por el futuro de un club de Avellaneda que por las propuestas del economista. Todo esto mientras iba en la boleta del entonces "candidato del establishment", en lo que retrospectivamente parece una masterclass de cómo elegir el caballo perdedor.
Su apuesta por Larreta, que en su momento pareció un movimiento de ajedrez político, terminó revelándose como un juego de ta-te-ti donde ambos jugaban contra sí mismos. Un verdadero "dream team" de la derrota que logró la hazaña de hacer que hasta los focus groups dieran negativos.
La economía de la desesperanza
Los punteros políticos, esos estrategas barriales que durante décadas han sido la columna vertebral de cualquier estructura política que se precie, ahora vagan por el conurbano como personajes de "The Walking Dead" buscando una cadena de mando que no existe. Es como si alguien hubiera implementado el sistema de blockchain en la política territorial, pero se olvidó de escribir el código.
"¿Viste el bolso?", se ha convertido en el nuevo "¿Viste al Yeti?" del conurbano. Todos dicen conocer a alguien que conoce a alguien que lo vio, pero nadie puede aportar pruebas concretas de su existencia. Los fondos prometidos son como el león de Parque Patricios: todos hablan de él, pero nadie lo ha visto realmente.
La situación ha llegado a tal punto que algunos vecinos reportan haber visto a punteros políticos organizando asambleas espontáneas para decidir a quién responder, en lo que podría ser el primer ejemplo mundial de un sistema de autogestión libertaria involuntaria. Mientras tanto, los bolsos con dinero siguen su misterioso periplo por el conurbano, aparentemente siguiendo una ruta tan impredecible como la cotización del dólar.
Mientras tanto, al otro lado de la General Paz, Cristina Kirchner observa la situación con la misma expresión de quien mira a un principiante intentando resolver un cubo Rubik con los ojos vendados. La expresidenta, quien supo construir y mantener una estructura territorial que haría sonrojar a cualquier manual de ciencias políticas, debe estar experimentando una mezcla de diversión y perplejidad ante el espectáculo.
Y en el medio de estos dos titanes de la rosca política, un ejército de Frankenstein político liderado por Sebastián Pareja, quien cuenta con la asesoría fantasma de Carlos Kikuchi, el arquitecto en las sombras cuyo apellido ahora genera en la Casa Rosada el mismo efecto que el ajo en los vampiros. Kikuchi, el ex armador presidencial devenido en consultor político paranormal, opera desde un ostracismo tan profundo que ni siquiera los libertarios admiten hablar con él (al menos no en público). Juntos, conforman el dúo dinámico del "cómo armar una estructura territorial sin que nadie se entere, ni siquiera los propios militantes". La pregunta que flota en el aire contaminado del conurbano es si este experimento de laboratorio político, guiado por un conductor que todavía no puede coordinar un grupo de WhatsApp sin que termine en una discusión sobre la legitimidad del estado, y asesorado por alguien cuyo nombre se susurra en los pasillos como si fuera Voldemort, realmente puede plantarse ante semejantes monstruos de la política tradicional.
Como diría cualquier puntero veterano del conurbano: "La política es como el dulce de leche, si no sabés manejarlo, te quedás pegado". Y por ahora, los libertarios parecen estar más cerca de terminar como una medialuna tirada en el piso de La Matanza que como los arquitectos de una nueva forma de hacer política en la provincia. Aunque bueno, como también dicen en el conurbano: "A veces el que no sabe nada termina haciendo las cosas bien... por accidente".