La Dirección General de Cultura y Educación (DGCE) de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Alberto Sileoni, emitió un comunicado en el que busca terminar con los malentendidos producidos a partir de la distribución en escuelas secundarias de libros como Cometierra, de Dolores Reyes, que incluyen algunas escenas de sexo explícito, y cuya inclusión en el programa oficial de lectura disparó fuertes críticas desde el arco político derechista, con la vicepresidenta Victoria Villarruel como exponente más encumbrado.

Los 122 libros que integran la colección Identidades Bonaerenses (entre ellos Cometierra y los otros títulos que fueron objeto de polémica) “no están dirigidos directamente a las y los estudiantes, sino a las bibliotecas” de escuelas secundarias, técnicas y de adultos y a bibliotecas populares y municipales, explica el texto.

“Los libros no son de lectura obligatoria y están acompañados por una guía con

la síntesis de cada uno y en el caso que correspondiera, con la inscripción:

‘requiere acompañamiento docente’”, se puntualiza en el comunicado.

Allí también se explica que esa colección no se utiliza para impartir educación sexual sino que hay otra colección separada dedicada específicamenete a la Educación Sexual Integral (ESI), que “también llega a las bibliotecas escolares y no a las y los estudiantes directamente”.

Ambas colecciones “son parte de una política de lectura que busca garantizar el acceso a la cultura y a la literatura en toda la provincia, reflejando nuestra diversidad cultural, social y geográfica”, y están “destinadas a fomentar el debate, el pensamiento crítico y la reflexión en un entorno seguro, preparado por profesionales capacitados, para que las y los estudiantes puedan expresar sus inquietudes y reflexionar sobre sus propias experiencias”, concluye el texto oficial.

El subdirector de Educación de la DGCE, Pablo Urquiza, había delineado estos y otros conceptos en una entrevista con PROVINCIA NOTICIAS hace pocos días.

La polémica continúa. Hoy, el intendente de San Isidro, Ramón Lanús, consideró que la inclusión de los volúmenes señalados en la colección distribuida en escuelas “parece más un afán de perversión que de educación”, y que quieren “sexualizar a los chicos detrás del paraguas de la Educación Sexual Integral”.