Por: Fernando Alarcon

La estrategia presidencial consiste, sostienen los conocedores de la Casa Rosada, que el presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo instaron a los legisladores de su espacio discutir el proyecto de ley de presupuesto 2025, presentado hace unos días, pero sabiendo que “si no sale, mejor”.

Claro, el líder libertario sabe que sin control del Congreso, las discrecionalidades en un año electoral son más que una tentación difícil de sortear.

Pero por qué Axel Kicillof seguiría los mismos pasos. Evalúan algunos dirigentes, ex funcionarios provinciales y legisladores que “si Milei no tiene su presupuesto, cómo sabe Kicillof lo que recibirá de ingresos, de transferencias y de convenios respetados por ley”.

Lo primero que hay que entender por los resultados, el primer dato es que a Axel Kicillof en el 2024, del punto de vista de ejecución presupuestaria le fue bastante bien. Se puede observar en los informes que hice la oposición, más la que está en el Ministerio de Economía, demuestran que le ha ido mejor que en los primeros seis años, tanto en el equilibrio fiscal, a pesar de la crisis económica. Con lo cual, se puede afirmar que a Kicillof le sirve no tener presupuesto porque provoca un congelamiento, salvo en aquellas partidas que se actualizan por inflación, como es salario, jubilación, transferencias a los municipios, el propio gobernador le provoca una discrecionalidad que eso le implica mayor equilibrio fiscal.

Entonces, primero a Kicillof le ha convenido, partiendo de la premisa que también le conviene.

Por otra parte, el mandatario bonaerense tiene un pretexto que es que si se complica a nivel nacional, es decir, si no hay presupuesto nacional, él tiene el pretexto para decir que no hay presupuesto provincial.

También, como otro punto, es que en el plano legislativo y Ejecutivo, en los próximos meses se corta toda movida, y eso le produciría una gran ventaja porque no tiene que entregar ni ceder nada, ni para la oposición ni para adentro el oficialismo. En síntesis, prácticamente gobernaría hasta el final de este periodo, hasta las elecciones tal vez, sin necesidad del Poder Legislativo.

En ese contexto, explican que bien le vendría a Kicillof no tener presupuesto y asignar partidas que sirvan para su propia causa, las elecciones 2025 pero principalmente las del 2027. Las facultades delegadas propias que tendría el mandatario bonaerense serían más que apetitosas en un escenario complejo no solo por lo político sino que también por lo económico porque todas saben que una campaña política sin dinero es una parrillada sin carne.