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El Clan Ghi: Cuando el Poder Familiar Dinamita la Unidad Peronista en Morón - Provincia Noticias

MUNICIPIOS | 6 AGO 2025

POR JUAN CRUZ SANZ

El Clan Ghi: Cuando el Poder Familiar Dinamita la Unidad Peronista en Morón




Una maniobra de último momento del intendente Lucas Ghi convirtió lo que debía ser una lista de consenso en un golpe de efecto nepotista que pone en jaque la supervivencia electoral del oficialismo moronense

En el teatro político de Morón, Lucas Ghi acaba de protagonizar el acto más descarnado de la política criolla: dinamitar un acuerdo ya cerrado para colocar a su hermano José María en la pole position de la lista electoral. Lo que era una negociación consumada con el kirchnerismo y el Frente Renovador se transformó en una jugada digna del manual del caciquismo, en una imposición familiar que desnuda las verdaderas intenciones de un intendente que parece haber confundido la gestión municipal con una empresa de familia.

La movida de Ghi no fue casual ni improvisada. Fue quirúrgica, calculada y brutal. Hasta último momento, las fuerzas políticas del distrito creían tener un acuerdo sólido para las elecciones de septiembre. Pero el intendente tenía otros planes: cambiar las reglas del juego cuando ya estaban repartidas las cartas. El resultado es una lista presentada a las corridas, con la Junta Electoral aún evaluando su validez, y un peronismo moronense más fragmentado que nunca.

La pregunta que se hace todo el arco político local es simple y brutal: ¿puede un intendente dinamitar consensos construidos durante meses por el simple capricho de instalar a un familiar en un cargo electivo? Al parecer, en el feudo de los Ghi, la respuesta es sí.

Pero la operación familiar es solo la punta del iceberg de lo que parece ser una transformación profunda del ghismo. Los números son elocuentes y reveladores: 16 trabajadores municipales identificados con el cristinismo fueron desplazados inmediatamente después del cierre de listas, sumándose a otras 40 bajas previas que ya habían encendido las alarmas en el peronismo local.

No es casualidad. Es una metodología política. Una limpieza sistemática que apunta al corazón mismo del kirchnerismo moronense, ejecutada con la frialdad de quien sabe que los tiempos electorales no dan respiro para reacciones organizadas.

El mensaje es claro: en Morón ya no hay lugar para la disidencia interna. Los funcionarios cercanos a Martín Sabbatella lo entendieron rápidamente y optaron por el gesto de dignidad: renunciar antes que ser cómplices de una persecución que cada día se vuelve más evidente.

El Costo de la Deslealtad

Los recortes salariales a más de 60 trabajadores vinculados a Nuevo Encuentro y otras organizaciones kirchneristas completan el cuadro de una operación que trasciende la mera reorganización administrativa. Es una jugada política de manual: debilitar económicamente a los cuadros territoriales para neutralizar su capacidad de movilización.

La estrategia de Ghi es tan vieja como efectiva: golpear el bolsillo para quebrar la voluntad política. Cada sueldo recortado es un mensaje directo a quienes se atrevan a cuestionar el nuevo rumbo del intendente.

Lo que está ocurriendo en Morón trasciende las internas peronistas tradicionales. Es la radiografía de un dirigente que, una vez consolidado en el poder, decide cortar amarras con quienes lo llevaron al sillón de intendente. El "marcado giro hacia la derecha" del que hablan sus ex aliados no es una percepción: es una realidad que se materializa en cada decisión, en cada despido, en cada movimiento hacia la concentración del poder.

Lucas Ghi parece haber interpretado que su supervivencia política pasa por alejarse del kirchnerismo que lo encumbró y apostar a una nueva coalición donde el apellido familiar sea la única garantía de continuidad.

El Precio de la Audacia

La jugada es audaz, pero también riesgosa. En septiembre, los vecinos de Morón deberán decidir si avalan un proyecto político donde las decisiones se toman en la mesa familiar y los acuerdos se rompen cuando no convienen al clan gobernante. Mientras tanto, la Junta Electoral evalúa la validez de una lista que nació marcada por la controversia. Y el peronismo moronense se pregunta si aún tiene lugar en un distrito donde el poder parece haber encontrado su propia dinastía.

Mientras tanto, aumenta la preocupación por los cambios en el gabinete municipal, donde se observa un desplazamiento de funcionarios kirchneristas para dar lugar a figuras vinculadas al PRO y a la gestión de Ramiro Tagliaferro. Uno de los casos más resonantes es el de Gerardo Calabria, ex Subsecretario de Gobierno durante esa etapa, quien hoy cumple un rol clave como nexo entre el municipio y sus proveedores. Otro nombramiento que generó ruido fue el de Guillermo Pascuero, designado como Secretario de Desarrollo Urbano, una posición estratégica. Pascuero también integró el gabinete de Tagliaferro, donde entre 2015 y 2019 ocupó el cargo de Secretario de Obras y Servicios Públicos. En el área de Seguridad, igualmente sensible, el intendente Lucas Ghi eligió a Damián Cardoso, ex diputado provincial del PRO entre 2007 y 2011.

En Morón, la política ya no es el arte de lo posible. Es el arte de lo familiar.