A falta de cuatro meses hay varios intendentes que ya comenzaron a medirse y también, por supuesto, a sus postulantes locales. Los alcaldes quieren saber qué piensan los vecinos de sus gestiones, cuáles son los principales reclamos y a qué candidato nacional y provincial apoyan.
En Cañuelas, el reinado que armaron Gustavo Arrieta, actual parlamentario del Mercosur, pero ex dos veces intendente y su esposa, Marisa Fassi, presente intendenta, y que en 2011 fue Jefa de Gabinete de su marido, y que también lo suplantó en el 2013, cuando Arrieta fue convocado por Daniel Scioli para ocupar el ministerio de Asuntos Agrarios, pretenden continuar con su imperio.
Arrieta y Fassi contrataron a una consultora, y como se dice en el campo, para no levantar la perdiz, hicieron que también se los “mida” a todos los candidatos en la ciudad, pero con algunos reparos. El llamado que recibían los cañuelenses era demasiado particular. Por un lado, solo hacían referencia a sus propios ejes de gobierno. Por ejemplo, le preguntaban a la gente si estaba conforme con tal o cual obra que realizó Arrieta o Fassi.
No hay que ser demasiado lúcido para darse cuenta que la pregunta inducía una respuesta concreta con propaganda en el medio.
Pero el dato que más les llamó la atención a los vecinos, y también a la clase política, fue cuando la consultora preguntó cómo veían a los dirigentes de Unión por la Patria Cristina Fernández, Sergio Massa y Axel Kicillof.
Se desprendía de esa pregunta una sub consulta que refería a que candidato de los tres citados podría apoyar la intendenta Fassi y también Arrieta. Dicen los vecinos encuestados que se le ponía mayor énfasis tanto al gobernador como a la ex presidenta, y en menor medida al tigrense.
Tan evidente era el cuestionamiento dirigido a los referentes kirchneristas que cuando se elegía a Massa, automáticamente reportaba a Cristina o a Axel. Como si la respuesta válida era solo ellos dos.
Otras voces en el Cañuelas sostienen que si los “reyes” del distrito tienen que mandar a hacer una encuesta, es porque “algo está pasando”. Y no sería un buen síntoma para la dinastía gobernante, que por un lado se muestran peronistas de base, calle de tierra, unidad básica y territorio, y por el otro, altos estancieros de la raza top de la Argentina.