ACTUALIDAD PN | 21 NOV 2024

JUAN CRUZ SANZ

Victoria's Secret: El poder del silencio militar




El experimento libertario atraviesa su hora más crítica. La explosiva declaración de Javier Milei contra Victoria Villarruel en LN+ no solo confirmó las tensiones latentes en la cúpula del poder, sino que expuso un estilo de gobierno marcado por el aislamiento y la paranoia institucional que amenaza con devorar a sus propios arquitectos.

"Villarruel no tiene ningún tipo de injerencia en la toma de decisiones", sentenció Milei, en una frase que retumba en los pasillos del poder y revela mucho más de lo que pretende ocultar. El presidente, cercado por un núcleo no mayor a cuatro personas y con su hermana Karina como guardiana absoluta de los accesos, parece haber convertido la desconfianza en método de gobierno.

Reuniones de gabinete cada vez más reducidas, una desconfianza patológica hacia todo lo que escape al control directo del círculo íntimo, y una obsesión por la pureza ideológica que está erosionando las bases mismas de la gobernabilidad. La paradoja es que este blindaje extremo, lejos de fortalecer el poder presidencial, está generando las condiciones para el surgimiento de liderazgos alternativos.

Mientras Milei se atrinchera en una burbuja informativa controlada por su hermana, Villarruel construye poder en silencio. Su influencia se extiende por tres vectores estratégicos que la convierten en mucho más que una vicepresidenta decorativa: un sólido predicamento en las Fuerzas Armadas y de seguridad, el control efectivo del Senado, y una red de alianzas políticas que trasciende las fronteras partidarias. La acusación presidencial de su cercanía con "la casta" podría estar revelando más temor que desprecio.

La comparación con Cristina Kirchner resulta inevitable, aunque con matices fundamentales. Si la expresidenta edificó su poder desde el peronismo tradicional y la movilización popular, Villarruel lo construye desde las estructuras más tradicionales del poder: los sectores militares, el conservadurismo y el establishment. Son dos modelos antagónicos de acumulación política que, sin embargo, comparten una característica crucial: la capacidad de construir poder propio desde la vicepresidencia.

El actual silencio de Villarruel, lejos de ser una muestra de debilidad, recuerda a los momentos más efectivos de construcción política de Cristina Kirchner. Es un silencio que construye, que teje alianzas y que espera su momento. La historia argentina muestra que, en política, los silencios suelen ser más elocuentes que las declaraciones altisonantes.

La obsesión presidencial por la dolarización y la pureza ideológica parece estar nublando la capacidad de lectura política del gobierno. El cerco informativo construido alrededor de Milei, con Karina como arquitecta principal, está generando un peligroso efecto túnel donde las decisiones se toman cada vez con menos información y más prejuicios ideológicos.

A menos de un año de gestión, el experimento libertario muestra signos preocupantes de agotamiento institucional. La tensión entre el purismo ideológico de Milei y el pragmatismo político de Villarruel trasciende la mera disputa personal: es el reflejo de una contradicción fundamental entre dos formas incompatibles de entender el poder.

El tiempo dirá si este gobierno logra encontrar un equilibrio entre la pureza doctrinaria y la necesidad de construcción política, o si la paranoia institucional termina siendo su epitafio. Por ahora, mientras el presidente se atrinchera en su búnker ideológico, Villarruel parece haber aprendido la lección más valiosa de la política argentina: a veces, el poder se construye mejor desde el silencio que desde el ruido.

La crisis actual no es solo una disputa de poder: es el síntoma de un gobierno que, en su obsesión por el control absoluto, podría estar cavando su propia tumba política. La historia argentina está repleta de ejemplos donde el aislamiento y la paranoia terminaron siendo el prólogo de crisis institucionales mayores. El desafío del gobierno de Milei es encontrar una salida antes de que la tormenta perfecta que se está gestando en las alturas del poder termine arrastrando consigo no solo a sus protagonistas, sino también a la estabilidad institucional del país.