Por Natalia Sánchez Jáuregui - Sec. nacional de la UATRE - diputada provincial MC
El Día de la Soberanía Nacional nos recuerda la importancia de defender nuestra independencia y de construir un país con autonomía política, económica y social. La Batalla de la Vuelta de Obligado, que conmemoramos cada 20 de noviembre, marcó un antes y un después en nuestra historia, con la resistencia heroica de quienes entendieron que la soberanía no se negocia. Hoy, ese espíritu sigue vigente y nos desafía a proyectar una Argentina más fuerte y autosuficiente.
En este contexto, el Canal Magdalena es mucho más que una obra de infraestructura: es una herramienta clave para el desarrollo soberano de nuestro país. Durante mi mandato como diputada en la provincia de Buenos Aires, presenté un proyecto que tiene como objetivo permitir que nuestras exportaciones tengan una salida directa al océano desde los puertos argentinos, eliminando la necesidad de depender de la Zona Alfa, frente a Montevideo, donde actualmente los buques completan carga o realizan servicios clave. Con el Canal Magdalena, cada operación se llevará a cabo en nuestro territorio, generando empleo, actividad económica y fortaleciendo nuestra autonomía comercial.
Además, su diseño técnico ofrece ventajas indiscutibles. A diferencia del actual Canal Punta Indio, el Magdalena permitirá el tránsito simultáneo de embarcaciones gracias a su doble vía, optimizando los tiempos de navegación. También reducirá significativamente los costos de dragado, al estar alineado con el flujo natural de la corriente. Estas mejoras no solo benefician la logística nacional, sino que consolidan nuestra posición estratégica como proveedor global de alimentos y otros productos.
Esta visión de soberanía económica no es solo mía. Acompaña los planteos recientes del gobernador Axel Kicillof, quien reafirmó que no existen impedimentos presupuestarios ni técnicos para avanzar con esta obra. También cuenta con el respaldo de actores clave como José María Lojo, presidente del Consorcio de Gestión Puerto de La Plata, quien destacó el fuerte impacto positivo que el canal tendría en nuestra economía.
La importancia del Canal Magdalena radica en que no se limita a un beneficio económico; es una declaración de principios. Al garantizar que los servicios logísticos, técnicos y conexos se realicen en puertos como Bahía Blanca, Quequén o General Lavalle, fortalecemos la economía local y reducimos nuestra dependencia de operadores extranjeros. Es una decisión que protege nuestra soberanía económica y refuerza el rol de Argentina en el comercio global.
La soberanía no es solo una idea romántica que evocamos el 20 de noviembre. Es un objetivo concreto que debemos perseguir con obras y políticas que consoliden nuestro futuro. El Canal Magdalena es un paso en esa dirección: un proyecto que une al país fluvial con el marítimo, que apuesta por el trabajo argentino y que reafirma nuestra capacidad de decidir y gestionar en función de nuestros propios intereses.
Hoy, más que nunca, debemos comprometernos con una Argentina que sea dueña de su destino. El Canal Magdalena no solo es una oportunidad para crecer, sino una demostración de que la soberanía se construye desde el presente, con visión y decisión.